viernes, 18 de noviembre de 2016

Que melodía fue ese llanto rechinante extirpador de oídos que  escribió la palabra felicidad en mi alma, que palidez incandescente que encegueció mi alma de plenitud, que piel gélida que al tocarla combustiono mi alma que estaba perdida en mi mundo apático, que  rosto el que vi que hizo al vocablo amor carne y después de tantas sanciones tan estimulante-mente intrigantes solo me quedo la más hermosa alternativa “besarte y decirte bienvenido a esto llamado vida, hijo mío”


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