miércoles, 8 de enero de 2014

De esperanza solo era la vida de mi desesperanza,  hasta que un día el ruidoso estruendo del silencio sacudió mi alma, mi cuerpo de harapos y mi corazón lleno de canciones sin letras,  para abrir mi invidente alma, a la luz de la oscuridad, al trinar el pájaro cantor para ver parir a la madre de las  esperanzas, para ver el milagro de tu rostro que guía el camino de este gladiador de amores errantes. Pasa el tiempo y como segundos pasan los años, años  que solo son  tiempo consumado y esperanza para un corazón vigilante de tu alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario